viernes, 23 de marzo de 2012

Televisión y niños


En una de mis clases de apoyo para Primaria, en medio de un fervor por los ejercicios (todos los alumnos estaban haciendo sus tareas), a uno de los chicos más espabilados se le ocurre parafrasear una de las coletillas más famosas que actualmente existen en nuestras series de horario nocturno: "Mariscos Recio, el mar al mejor precio".
El resultado es previsible y las carcajadas del resto de los niños acompañan a las continuas repeticiones de nuestro alumno espabilado. Cuando ya lleva tres seguidos y comprobamos que es seguidor de dicha serie le increpo para que continué con sus ejercicios y a la pregunta de -¿profesor "tú" ves la que se avecina?- yo le respondo categóricamente -no, no veo esa serie. Claro que la veo, pero si le contesto que si tengo al resto del grupo lanzando "frasecitas originales" de susodicha serie.



Yo no soy quién para decirle a un padre que contenidos televisivos debe permitir que vean sus hijos ni a que horas debe estar durmiendo para descansar y rendir al día siguiente en clase. Todos estos temas ya los tienen dominados los padres, vienen con el curso de “Padres modelo” que obtenemos del hospital, junto con los chupetes y las mantitas, al nacer nuestros hijos.
Pero de ese curso que nos dan hemos olvidado que debemos preocuparnos por los contenidos que ven en televisión pues observan y se fijan en modelos que no son válidos para su educación.
Cuando los programas o series son creadas para adultos los guionistas piensan que ningún padre va a permitir que vea su serie por el mero hecho de que va dirigido a personas ya formadas y no a niños que están en sus primeras etapas de aprendizaje.
Una frase dicha por un niño no denota que está mal educado sino que no prestamos la suficiente atención a lo que ven nuestros hijos por esa maravillosa niñera que es la televisión.