En una de mis clases de apoyo para Primaria, en medio de
un fervor por los ejercicios (todos los alumnos estaban haciendo sus
tareas), a uno de los chicos más espabilados se le ocurre parafrasear una de las coletillas más famosas que actualmente
existen en nuestras series de horario nocturno: "Mariscos Recio, el mar al
mejor precio".
El resultado es previsible y las carcajadas del resto de los niños
acompañan a las continuas repeticiones de nuestro alumno espabilado. Cuando ya
lleva tres seguidos y comprobamos que es seguidor de dicha serie le increpo
para que continué con sus ejercicios y a la pregunta de -¿profesor
"tú" ves la que se
avecina?- yo le respondo categóricamente -no, no veo esa serie. Claro que
la veo, pero si le contesto que si tengo al resto del grupo lanzando
"frasecitas originales"
de susodicha serie.
Yo no soy quién para decirle a un padre que contenidos televisivos
debe permitir que vean sus hijos ni a que horas debe estar durmiendo para
descansar y rendir al día siguiente en clase. Todos estos temas ya los tienen
dominados los padres, vienen con el curso de “Padres modelo” que obtenemos del
hospital, junto con los chupetes y las mantitas, al nacer nuestros hijos.
Pero de ese curso que nos dan hemos olvidado que debemos
preocuparnos por los contenidos que ven en televisión pues observan y se fijan en modelos
que no son válidos para su educación.
Cuando los programas o series son creadas para adultos los
guionistas piensan que ningún padre va a permitir que vea su serie por el mero
hecho de que va dirigido a personas ya formadas y no a niños que están en sus primeras etapas de aprendizaje.
Una frase dicha por un niño no denota que está mal educado sino
que no prestamos la suficiente atención a lo que ven nuestros hijos por esa
maravillosa niñera que es la televisión.