viernes, 3 de agosto de 2012

Sociedad y demografía en la América Hispana del siglo XVI al XVIII




Una de las principales consecuencias del descubrimiento del Nuevo Mundo fue el descenso demográfico muy acusado de la población indígena. Tanto el virreinato de Nueva España como el Virreinato de Perú sufrieron una caída demográfica espectacular.

A pesar de las diferentes informaciones en torno al número de indígenas antes del proceso de colonización y después de esos primeros años de conquista, lo cierto es que en todos los recuentos puede apreciarse una pauta común: un fuerte descenso a lo largo del siglo XVI, una caída más atenuada en el siglo XVII y una cierta recuperación en el siglo XVIII.

Quizás de todos los territorios conquistados por los españoles fueron las Antillas la zona más afectada por el descenso demográfico indígena. Allí, prácticamente toda la población aborigen quedó aniquilada.

El dramático descenso de la población aborigen parece que se debió en primer lugar a la violencia que emplearon los primeros colonizadores, sobre todo en las Antillas. Cuando después pasaron a Tierra Firme, fueron las enfermedades que introdujeron los nuevos colonos las principales causantes de esa caída de la población. También hay que tener en cuenta que se produjo una importante fractura cultural y existencial entre los indígenas, una desarticulación del universo cultural que se manifestó a corto y medio plazo en un descenso de la natalidad.



El gobierno español en ocasiones patrocinaba el envío de algunos colonos, pero por lo general restringía más que patrocinaba. Una actitud consecuencia del no querer agravar el déficit de población de la Península Ibérica.

La insuficiente ocupación del territorio vino de dos causas principalmente. En primer lugar por el ya citado descenso demográfico indígena. Pero también por el reducido volumen de la inmigración española a América.

Para poder emigrar a las Indias había que hacer una solicitud previa, para lo que debía adjuntar toda su información en la Casa de Contratación. En el Archivo de Indias de encuentran cerca de 150.000 expedientes de inmigrantes. Sin embargo, la inmigración clandestina, la propia deserción de marineros cuando llegaban a Indias, y las lagunas de algunos años, indican que al menos fueron 300.000 los españoles que emigraron a los nuevos territorios conquistados.

En general, gran parte de los emigrantes eran jóvenes y, por tanto, con un periodo reproductivo todavía amplio. Esto supuso que la población blanca en América fuera aumentando progresivamente y, con él, también el número de mestizos. En un principio el porcentaje de mujeres emigrantes era muy bajo, y después fue elevándose, aunque nunca superó al de varones.

El índice de urbanización era bastante alto para lo que en el continente europeo era común, y para el tipo de economía que se practicaba. La ciudad hispanoamericana se convirtió en un centro de poder económico, social, político y religioso.



Las ciudades se convirtieron en el núcleo residencial de la clase dominante. Muchos grandes propietarios , además de su residencia en la hacienda , tenían sus casas principales en los centros urbanos. Estos terratenientes dominaban el campo como señores cuasifeudales y la ciudad con el dominio de los oficios públicos. Las principales ciudades eran México, Potosí, El Cuzco, La Puebla o Lima. De hecho, México a mediados y finales del siglo XVII, con casi 100.000 habitantes era la tercera ciudad del Imperio español, sólo superada por Nápoles y compitiendo con Sevilla.

Pronto se fue estableciendo una jerarquía social, cuya cúspide estaba dominada por los altos cargos civiles y eclesiásticos que eran ocupados por peninsulares, cuya estancia en América era a veces eventual. A éstos se les apodaba despectivamente como gachupines o chapetones. No eran especialmente apreciados por los españoles ya asentados en América, debido a que controlaban las instancias de poder, muchas veces sin conocer el territorio, y sólo con el ansia de enriquecimiento.

En segundo lugar de esa escala social se encontraban los grandes hacendados criollos, denominación que hace referencia a los hijos de padres españoles que habían nacido en América. El poder que éstos poseían provenía sobre todo del disfrute de tierras que había obtenido su familia en los repartimentos. Aunque los altos cargos civiles les fueron vetados, el ascenso a cargos intermedios y de poder en los municipios fue asentando su preeminencia social, adquiriendo además títulos nobiliarios. Las reivindicaciones de los criollos hasta el siglo XIX se basó en cuatro objetivos: reclamar el cumplimiento de la legalidad vigente, exaltar sus excelencias, competir con los peninsulares en los ámbitos que éstos podían salir victoriosos, e ir ocupando escalones intermedios de la burocracia.




En un escalafón intermedio estaba la burguesía de negocios, los más variados profesionales que habitaban las ciudades (médicos, letrados, etc), y algo más bajo los maestros artesanos, oficiales menestrales, y pequeños comerciantes y tenderos que vivían en esos centros urbanos.

Los escalones inferiores de esta escala social estaba reservada a los indígenas, a los esclavos negros y a todos los mestizos , mulatos o zambos, resultado del intenso mestizaje que sufrió el territorio Americano.

En primer lugar, hay que decir que una de las causas que provocó el amplio mestizaje fue la ausencia acusada en las primeras oleadas migratorias de mujeres blancas. Además, en los primeros años, consecuencia de la guerra cruel y despiadada de los españoles en los territorios ocupados llevó en muchas ocasiones al rapto, violación y agresión sexual. No fue raro también el hecho de que muchos poblados indígenas ofrecieran doncellas a los capitanes conquistadores españoles para evitar rapiñas.

La sociedad colonial vivió un proceso de crecimiento del mestizaje tal, que éstos formaron un tercer gran bloque dentro de esa sociedad colonial jerarquizada. La mezcla entre mestizos, españoles, negros, mulatos, etc, dio lugar una gran amalgama de denominaciones que muestra esa riqueza social que se fue formando.

Sin duda, el lugar más bajo de esta escala social fue ocupado por los esclavos negros, puesto que los indios no fueron considerados como esclavos. Otro tema fue la práctica social, y los desvíos de las normas que aplicaron los españoles para controlar la mano de obra indígena barata o prácticamente gratis.