La
formación de las monarquías feudales en la Europa occidental.
La descomposición del Imperio Carolingio va a formar una serie de
estados que cambiaran el mapa europeo para formar los Imperios de la
época moderna.
Estados gobernados por Reyes que verán esencial la lucha entre sus
iguales para conseguir la primacía del rey como gobernante único.
2.1 Características.
El rey será el máximo mandatario y el principal órgano de justicia
existente, hecho al que se le suma la heredabilidad del poder. Este
constituirá la Curia, con sus colaboradores cercanos, como órgano
de gobierno.
2.2 Primeros pasos de las monarquías feudales.
Italia: Nos encontramos con una Italia dividida en Ducados y
Principados, con preeminencia lombarda en Nápoles, Asalerno y Capua.
Al sur sufrirán las invasiones de árabes desde Túnez (827), e
internándose en Sicilia, Regio y Tarento. También encontraremos
húngaros en la marca de Verona y Aquileya, en el norte. Los
marquesados de Friul, Tuscia y Espoleto terminaran consolidando su
independencia.
Francia: La división entre los hijos de Luís el Piadoso,
sucesor de Carlomagno, provocaría la división del Imperio
carolingio. En el tratado de Verdum (873), Lotario recibe la
Lotaringia, con Roma y Aquisgran, y el título imperial; Carlos
el Calvo la Francia Occidental; Luís el Germánico, la
Francia Orientalis. La muerte de Lotario (885), divide aún más sus
territorios entre Luis II, Carlos y Lotario II. Luís el Germánico
dejaba sus estados a sus tres hijos: Carlomán (Baviera), Luís III
(Franconia, Tuginia y Sajonia) y Carlos el Gordo, (Alemania), siendo
este último el que se impusiera y unificara. Carlos el calvo
transmitiría sus dominios a los Capeto, acabándose así la dinastía
carolingia con Hugo Capeto (987).
Inglaterra: Las incursiones normandas llegaban hasta la zona
de Cambridge (872) siendo los anglosajones los únicos en detenerlos,
con Alfredo el Grande cómo héroe (Ethandum-878). Edgardo
(960), su heredero y traductor de la obra de Beda, seguirá su labor
de fortificación y conciencia nacional. En el 1013 la conquista de
Inglaterra por los daneses se hace inevitable. Tras la muerte de
Canuto el Grande (1035), el anglosajón Eduardo I hereda el
reino (1042) y los conflictos con la nobleza. A su muerte, Haroldo,
hijo de noble, reclama el reino, frente a Guillermo I, duque
de Normandia, y heredero reconocido. Este último aprovecha los
problemas que tiene Haroldo con los daneses (Stamford Bridge -1066)
para invadir la Isla (Hastings-1066).
2.3 Consolidación de las monarquías en los Siglos XI y XII.
Francia: Sube al trono Hugo Capeto (Reims-987), el cual
no tubo fuerza para enfrentarse al fuerte feudalismo existente. Tan
solo la garantía de la descendencia y su alianza con la iglesia pudo
mantenerlo en la corona. Sus descendientes, Roberto I
(996-1031) y Enrique I (1031-60), llegaron a perder poder
todavía más si cabe. Combatieron contra los Feudos y Señoríos
deseosos de independencia, pero apoyados por la fuerza pacificadora y
de reforma promulgada por Cluny (1ª Cruzada-1063-Barbastro) se pudo
conseguir la pacificación del Sur de Francia.
En 1060 Felipe I es nuevo heredero. Enfrentado a Guillermo I
por Normandia, y a la iglesia por su actitud bigámica, intento
recuperar el poder real. Será su heredero, Luis VI (1108-37),
con la ayuda de grandes consejeros (Suger y Chartres), someterá a
los señores. En sus enfrentamientos con la Inglaterra de Enrique V
consiguió aflorar un sentimiento nacional francés. Fue un
controlador férreo de la ciudades (París, Orleáns), apoyado por
los burgueses, y un favorecedor de los movimientos comunales.
Luis VII (1137-80) se desposará con Leonor de Aquitania, hija
del duque Guillermo. Influenciado por ella, se enemistó con la
iglesia y dejó escapar la oportunidad de acabar con los dominios
ingleses en Francia. Tras la Segunda Cruzada (1149) Luis VII obtuvo
la nulidad de su matrimonio, dejando escapar Aquitania, a favor de
Enrique de Plantagenet, conde de Anjou y ahora esposo de Leonor.
Inglaterra: Guillermo I (1066-87) implantó un férreo
control sobre los territorios mediante la Curia Regis, las curias
locales y la figura de los sheriffs (Domesday Book). Fue ayudado por
el clero normando para ordenar la iglesia de Inglaterra,
convirtiéndose así en defensor de la misma frente a la
aristocracia.
La corona la cedió a dos de sus hijos; para Guillermo II
(1087-1100) Inglaterra, el cual consiguió romper las relaciones con
la iglesia por afán recaudatorio; a Roberto, enfrentado con
su padre, el Ducado de Normandía, el cual lo cedió a Guillermo en
garantía de pago por su guerra santa; para Enrique Beauclerc
(1100-35), territorios menores, pero tras la muerte de su hermano
Guillermo y la victoria sobre Roberto (1105), unificará Inglaterra
con Normandía. Intento borrar las diferencias entre sajones y
normandos apoyándose en la nobleza anglosajona. En la administración
obtuvo grandes avances, con la creación de jueces itinerantes y el
nombramiento de funcionarios competentes (Roger). El trono recaerá
en su hija Matilde, desposada con Godofredo de Plantagenet,
duque de Anjou y heredero del ducado de Normandía por Enrique I.
Descontentos con la decisión, los barones normandos apostaran por el
sobrino del Rey, Esteban de Blois, trayendo una guerra civil.
Finalmente será el heredero de Godofredo, Enrique II
(1154-89). El nuevo rey, que también incorporaba Aquitania, unificó
todos sus territorios en el nuevo imperio Angevino y fortalecerá el
poder real mediante los decretos de Clarendon (1166), por los que se
despojan a los tribunales Feudales parte de su competencia judicial y
se elimina la inmunidad eclesiástica; restringió la Curia a
oficiales designados por él y creo tres ministerios: Canciller,
Tesorero y Justiciero. Instauró un sistema de impuestos basado en
decretos recaudatorios y aduanas. La oposición de la Iglesia se
personalizo en el arzobispo de Canterbury, Tomas Becket, que aun
siendo amigo del monarca, fue ajusticiado (1170). En el exterior,
además de sus enfrentamientos con Francia y Luis VII, comienza la
conquista de Irlanda (1171) y relega a vasallaje a Escocia, tras las
revueltas con sus tres primeros hijos.
Alemania: El hijo de Luís el Germánico, Luis IV (911) muere
sin descendencia, eligiendo los líderes de Alemania a Conrado I, y
después, a un sajón, Enrique (919). Este rey será padre de Oton
I emperador (936-72). En su política interna consiguió la
pacificación con húngaros, eslavos y duques, con la ayuda de la
iglesia. La debilidad de sus sucesores (Oton II, Oton III y Enrique
II 973-1024) culminará con la nueva dinastía Sálica de Conrado
II (1024-39). Será nombrado emperador Romano e incorporará al
reino el condado de Borgoña. Enrique III (1039-56) influirá
en el papado deponiendo a tres de ellos (Sinodo de Sutri y Roma
1046). Estos nuevos reyes ejercieron mayor control sobre los duques
de lo distintos territorios. Entonces sucedió “La Querella de las
investiduras”; el Papa Gregorio VII excomulga al emperador como
acto de libertad del papado, de su elección pontificia y de defensa
de privilegios. El concordato de Worms (1122) con Enrique V (1106-25)
y Calixto II traerá la paz, garantizando la libertad de elección,
con derecho del rey a presenciarla. Ya se están gestando las
disputas entre Gúelfos, partidarios papales y Gibelinos, partidarios
del emperador.
Federico I (1152-90) programó la instauración de un cuerpo
legislativo, unificado por la institución imperial. Con el, los
derechos imperiales, estaban justificados por el derecho romano. En
su política externa, reorganizó el reino de Italia aunque salió
derrotado frente al Papa Alejandro III (Venecia-1177).
Reino Normando de Sicilia: Previamente, Italia se encontraba
dividida en dominios Lombardos y Bizantinos, además de los árabes
en Sicilia. La incursión de los Normandos acabarán con el dominio
Bizantino en la península y tras la conquista de Mesina y (1061) y
Palermo (1072), acabarán con la presencia árabe en Sicilia. Roger
II (1101-54) unifica los territorios peninsulares e insulares,
obteniendo el reconocimiento de Inocencio II como Rey de Sicilia. Los
gobiernos de Guillermo I y Guillermo II (1154-89)
vendrán marcados por la debilidad política frente a los almohades,
la reacción bizantina de Miguel Commeno y la política expansionista
de Federico Barbarroja. Sin herederos, la corona pasa a su tía
Constanza, casada con Federico I.
2.4 Las Monarquías Europeas en el XIII.
Francia: Felipe II, primer “rey de Francia”,
controló a la nobleza sublevada (Cruzada Albigense 1209 y 1244) e
impuso varios impuestos y la sumisión del clero a la justicia civil.
Tras los enfrentamientos con Ricardo I y Juan sin Tierra, obtuvo
ciertas ventajas territoriales (Batalla de Bouvines). Para el control
del territorio estableció agentes reales (Bailes y Senescales). Luis
VIII (1223-26) incorporó el Condado de Tolosa (Albigenses-Muret)
y otros territorios. Luis IX (1226-70) favoreció el
equilibrio exterior y el orden interior, centralizado con los
Consejos (Consejo Real). Los cambios importantes vinieron a través
de la Curia (judicial) y la Chancillería (administrativo). Termina
la cruzada contra los Albigenses (1229) y se firma el Tratado de
París (1259) con Enrique III (renuncia a Normandía). Felipe III
(1270-85) incorporó Navarra. Felipe IV (1285-1314) retomó
los conflictos territoriales y económicos con Inglaterra. También
acabó con la orden Templaria, arrebatándole sus bienes. Arrebató
Lyon (1312) y Flandes (1305) a los artesanos y a Eduardo I. En 1309
traslada la Santa sede a Aviñon, en una clara señal de debilidad
del papado. En lo administrativo, creo el tribunal de cuentas.
Inglaterra: Sube al trono Ricardo Corazón de León
(1189-99). Ausente por su viaje a las cruzadas, será su hermano,
Juan I “sin tierra”, quién con ayuda de Felipe II de Francia, se
corone rey. No lo consigue hasta la muerte de su hermano (1199-1216).
Juan I fue testigo de la pérdida de sus posesiones en Francia
(Bouvines 1214). De su enfrentamiento con los señores y el Papado
(Cardenal Esteban Langton), surgirá la “Carta Magna” (1215). El
rey deja de estar por encima de la ley y queda obligado a respetar
los derechos de los barones y las libertades de los habitantes del
reino y de la Iglesia. Con Enrique III se llegó a las
Provisiones de Oxford (1259). Los barones, impusieron al Rey una
comisión de 15 miembros predominantes. Su anulación posterior por
el monarca provocará la dictadura de Simón de Monfort, barón
destacado. Pero las divisiones entre la los rebeldes y las
deserciones en su bando, recuperaron al rey, sin perder lo ganado con
la Carta Magna. Eduardo I (1272-1314) afianzará el poder
real con reformas legislativas (1275-Estatuto de Westminster). Con
una política exterior activa, se anexionará Gales (1282) y ocupará
Escocia (Wallace-Stirling 1297 y Falkirk 1298).
El imperio. El gran interregno: Federico II
(1210-50) será coronado Emperador en Roma y emprenderá una nueva
cruzada. Su abandono provocaría su ex comunión por parte del
Gregorio IX (1227-41), y aunque será absuelto en la paz de Ceprano,
será excomulgado definitivamente (Inocencio IV-1245). Al morir, el
proyecto de unificación acaba y se abre un cisma sucesorio con
varios candidatos. Es elegido Rodolfo de Hamburgo en 1273.
Sicilia es entregada a Carlos de Anjou.
3.1 La guerra de los Cien años, 1339-1452.
A la muerte del último Capeto la dinastía se extingue y nombran
como sucesor a Felipe VI de Valois (1328-50), frente a otros dos
pretendientes: Felipe de Evreux y Eduardo III de Inglaterra.
Eduardo III, despechado, apoya a Roberto de Artois, enemigo del nuevo
rey de Francia. La victoria de Eduardo sobre los franceses en la
batalla naval de Sluys y Crécy (1346) descartó para los franceses
una invasión sobre Inglaterra. Dos años después la peste negra
paralizará durante un tiempo las contiendas.
Como muevo rey de Francia, Juan II tendrá que hacer frente a los
avances del “Principe Negro”, hijo de Eduardo, cayendo prisionero
del Ingles (1356). Eduardo III firmará la paz de Bretigny, en la
que, a pesar de conseguir territorios desde los Pirineos al Loira,
renunciaba a la corona de Francia (1360).
Unos años antes (1356) la contienda se traslada a la Península
Ibérica enfrentando a Pedro IV de Aragón y a Pedro I de Castilla.
El primero, y con ayuda Francesa, pretendía la anexión del Reino de
Murcia y el dominio del Mediterráneo. Las contiendas acabaron sin un
ganador claro. Castilla por su parte, en sus pretensiones a la corona
Portuguesa, también tubo problemas saliendo derrotado en la batalla
de Aljubarrota, coronándose Juan I rey de Portugal.
En 1375 se firma en Brujas una tregua por dos años, conservando los
Ingleses Calais y algunos territorios más. Le siguieron periodos de
treguas (1377) hasta la llegada al trono Inglés de Enrique V.
Invadió Normandía y obtuvo importantes victorias (Azincourt) hasta
la toma de Caen (1417), donde ordenó la muerte de los varones. En
1420, por el tratado de Troyes, Enrique V casa con la hija del Rey de
Francia Carlos VI, reconociéndolo como heredero al trono si
respetaba la independencia de Francia. La muerte del Rey Inglés
antes que el Francés desencadenó de nuevo la lucha por el trono
(1420). Los ingleses tomará Paris y el norte de Francia (1429) hasta
llegar a Orleáns. Allí, Juana de Arco encabeza la victoria
francesa. Se coronará rey a Carlos VII en Reims. Los franceses toman
París y entre 1449-53 atacan Normandía y Gascuña, aniquilando al
ejército inglés en Fromigny. En 1453 tomó Burdeos recuperando toda
Francia, salvo Calais.
3.2.Las Monarquías occidentales en el Siglo XV.
Francia: Luis XI (1461-83) mantendrá su autoridad
gracias una herencia basada en una Francia victoriosa, un ejercito
organizado y un buen aparato administrativo y fiscal. Pero los
señores seguirán causándole problemas llevándole a
enfrentamientos seguidos (1464-Montlery, 1477-Nancy) contra Carlos de
Charolais, duque de Borgoña (Carlos el Temerario), el cual fue
vencido en parte gracias a la diplomacia con Lorena y Suiza. El rey
amplio sus territorios con Provenza, por herencia de los Anjou
(1480-81) e incorporó el Rosellón y la Cerdaña (1462). Carlos
VIII (1491-99) volvió a enfrentarse a una coalición señorial,
pero esta fracasó fortaleciendo el poder monárquico. Su matrimonio
con Ana de Bretaña le permitió incorporarla a la corona.
Inglaterra: La temprana muerte de Enrique V trajo al trono a
un menor, Enrique VI (1422-61), con la consiguiente regencia
de sus tíos, los duques de Bedfor y Gloucester. Las derrotas frente
a Francia y la pérdida de Guyena (1453) agravó la crisis hasta el
estallido de una guerra civil (“Las dos rosas”). La casa de York
y el conde de Warwick elevan a Rey a Eduardo IV (1461). Tras 9 años
y con Warwick ahora de aliado, Enrique recuperara su trono. La
reacción de Eduardo IV será devastadora, eliminado al Rey, a
su heredero y al de Warwick. El nuevo rey reinará hasta su muerte
dejando el trono a sus dos hijos tutelados por su tío, Ricardo de
Gloucester (1483). Este, los eliminará y se proclamará Ricardo
III. Sin apoyos, un grupo de señores reunidos en torno a Enrique
Tudor le vencerán en Bosworth (1485). Enrique VII reinó con
autoridad una nobleza mermada por las guerras, permitiéndole
proseguir con su incursión en Irlanda y formar la paz con Escocia.
Alemania: Rodolfo de Habsburgo fue un monarca enérgico
cuyo fin era la pacificación y el orden en el territorio alemana,
ampliando sus territorios con Austria, Estiria, Carintia y Carniola
(Durnkrut 1278). En 1292 es Alberto de Hasburgo (Batalla de
Gollheim) reconocido como nuevo Emperador. Sus enfrentamientos con el
pontífice Bonifacio VIII y los recelos de los príncipes provocaron
su asesinato (1308). Enrique VII de Luxemburgo (1309-13) sería
el elegido para asentar las bases de la grandeza de la nueva
dinastía. Puso sus miras en Bohemia, logrando ciertas ventajas
gracias a los matrimonios, pero su intervención en Italia le trajo
el fracaso exterior. El rey de Bohemia apoyó la subida del que sería
el nuevo rey, Luis IV (1322-47), duque de Baviera. Sus
alianzas con los Ingleses trajo el enfrentamiento con otro gran
imperio, Francia. Se opuso al papado de Aviñon y marchó sobre Roma
(1327) para imponer como papa a Nicolás V. Respondiendo a esta
política imperialista intervino en el Tirol, Carintia, Holanda,
Zeelanda y Frisia. Con Carlos IV de Luxemburgo ( 1347-1419) y
su heredero Wenceslao, el poder del rey se diluyó entre el
poder del resto de los príncipes alemanes (Bula de oro 1356).
Mientras unos se auto proclamaban Emperador, otros reconocían a
Segismundo, rey de Hungria y Bohemia, como el verdadero
(1419). Centrado en los problemas de la Europa central, consiguió
acabar con el cisma de Occidente (Concilio de Constanza) y aunque
fue derrotado por los Turcos (Nicópolis-1396), mantuvo sus estados
frente al poder otomano. Federico III (1440-93) de Habsburgo
iba a presenciar como el bloque centroeuropeo se dividía en dos;
Húngaros y Bohemios cedieron sus coronas, quedándose tan solo con
Austria. Durante su reinado consiguió llegar a acuerdos con el
pontificado (Viena 1448) y con su política matrimonial accedió a la
herencia de Carlos el Temerario, gracias a la boda de su hijo
Maximiliano (1493-1519) y María de Borgoña.
Italia: La situación de Italia podríamos visualizarla en 3
entidades territoriales. Al Norte, donde las ciudades estado
están bajo el poder de grandes familias. En Milán dominaran los
Visconti, con Mateo, que ejercerá el poder como un “capitán del
pueblo”, imponiendo su tutela sobre las ciudades del Po. Génova
destacara por ser una ciudad económicamente poderosa y con Venecia
como única rival. También disputará con la corona de Aragón.
Venecia va a ser modelo de estabilidad política, con una república
gobernada por una oligarquía. A principios del poseía Paua, Vicenza
y Verona. En Florencia el peso del patriciado local (Güelfa) se
impondrá sobre los gobiernos autoritarios. Su influencia se
extenderá a la anexión de Luca y la conquista de Pisa.
La zona Pontificia la formaban un conglomerado de ciudades.
Roma estaba gobernada por diferentes familias poderosas, que
provocarían la revolución comunal de Cola di Rienzo (1344). Otras
ciudades, como Bolonia, Ferrara o Rimini, consolidaron su poder
autónomo frente al papado. Las Constituciones Egidianas de Gil de
Albornoz intentaron traer paz y orden a estas ciudades (1357). La
posterior liquidación del Cisma dieron al pontificado una tregua
para erigirse como principal poder central.
Y al Sur, con Nápoles, Sicilia y Cerdeña, donde los
enfrentamientos de dirigentes de escasa talla con Franceses o
aragoneses no les salvo de despojarse de su influencia.
4.El origen de los Estados Modernos.
Los estados europeos van a experimentar una evolución desde una
organización Feudal y de vasallaje a otra de centralización del
poder y absolutista. La idea de estado y su afirmación territorial
va a ser imprescindible para crear un gobierno centralizado y
burocratizado. Se dará importancia a los tributos y a su
organización, tanto recaudatoria como legislatoria. El rey ya no es
un “primus inter pares”, son heredero directo de Dios, lo que le
da el privilegio esencial de dejar en herencia la corona. Es un poder
basado en la reducción del poder a los nobles y a los órganos
representativos que forman. Su interés por el control sus “súbditos”
se extenderá a los todos los niveles sociales, incluido el
eclesiástico.
El estado creara los órganos necesarios para mantener su supremacía.
El consejo del rey va a coger importancia, así como los “personajes”
que van a gobernar directamente en su nombre. Para mantener este
engranaje, los impuestos o tributos van a cobrar importancia, a la
vez de la creación de un ejército permanente.
En las relaciones exteriores seguirán las contiendas, a la vez que
aparecen las figuras de los embajadores, representantes directos del
rey en otros estados y una forma diferente de afrontar, mediante la
diplomacia, las guerras.
Asistimos a la pérdida de poder e influencia del estamento señorial
en sus territorios debido a las continuas batallas contra el
estamento real, el cual habrá ganado posición de fuerza y
privilegio para la edad moderna, la edad de los imperios y los
descubrimientos.
Mitre,
Emilio, Historia de la Edad Media en occidente. Madrid: Cátedra,
1995.
Kinder,H.-Hilgemann,W.
Atlas histórico Mundial Vol.I. De los orígenes a la Revolución
Francesa. Madrid: Istmo, 1996.
Conceptos del Tema:
MONARQUÍA
FEUDAL. Monarquías que se desarrollaron en plena Edad Media, en la
Europa Occidental, caracterizadas por la imposición de monarquías
hereditarias patrimonializadas en fuertes dinastías en el espacio de
los reinos que surgen frente a los poderes universales (Emperador y
Papa) y como cúspide de las relaciones de vasallaje propias del
feudalismo. Su localización temporal se sitúa entre los siglos X y
XIII. La coincidencia temporal con las Cruzadas y la fase más
expansiva de la Reconquista aumento el protagonismo de estos reyes,
que utilizaron estos procesos para volcar hacia el exterior la
necesidad intrínseca del feudalismo por la guerra.
PODERES
UNIVERSALES. Poderes universales es la expresión utilizada en Europa
Occidental desde la Edad Media para referirse al Pontificado y el
Imperio, por cuanto ambos se disputaban el llamado “Dominium mundi”
(concepto ideológico con implicaciones tanto terrenales como
trascendentes en un plano espiritual), y mantenían con el resto de
los agentes políticos una pretensión de superioridad, cuya efectiva
plasmación en la realidad fue muy desigual, dada la existencia de
factores como la dispersión territorial, el bajo nivel de desarrollo
técnico y productivo del modo de producción feudal y la tendencia
social y política del feudalismo a la descentralización del poder.
QUERELLA
DE LAS INVESTIDURAS. La lucha de las Investiduras, fue un conflicto
que enfrentó a papas y reyes cristianos entre 1073 y 1122. La causa
de dicho desencuentro era la provisión de beneficios y títulos
eclesiásticos. La finalización de tal conflicto llegaría el 23 de
septiembre de 1122 con la firma del Concordato de Worms, ratificado
un año después por el concilio ecuménico de Letrán. Por aquel
protocolo se establecía un acuerdo entre la santa sede y el imperio,
según el cual correspondería al poder eclesiástico la investidura
clerical mediante la entrega del anillo y el báculo y la
consagración con las órdenes religiosas, mientras que al estamento
civil se le reservaba la investidura feudal con otorgamiento de los
derechos de regalía y demás atributos temporales. Los así
investidos se debían al papa en lo religioso y al soberano laico en
lo civil.
CARTA
MAGNA. Desde principios del siglo XIII la nobleza inglesa se rebeló
contra los excesos de la monarquía. El 12 de junio de 1215, los
señores feudales ingleses impusieron a su soberano, Juan sin Tierra,
la Magna Carta Libertatum, largo texto de 63 artículos, considerado
como el primer documento constitucional de Inglaterra, establecido
contra la arbitrariedad de la Corona y en el que se estipulan medidas
concretas de protección de las libertades individuales.
BURGUESÍA.
Burguesía, en un principio, designaba a los habitantes libres de las
ciudades europeas durante la edad media. En sentido etimológico
proviene del latín burgus y del alemán brug, designando a aldeas
pequeñas que dependen de otra ciudad. La burguesía designaría,
pues, a quienes habitaban los burgos. El término burguesía se
aplicó por primera vez a los habitantes de las ciudades medievales
francesas que no eran siervos ni pertenecían a la nobleza; se
extendió con gran rapidez a otros países. Estas personas eran por
lo general comerciantes y artesanos, y en épocas posteriores
banqueros y empresarios. Con el desarrollo de las ciudades como
centros comerciales, la burguesía empezó a cobrar importancia como
clase socioeconómica. Solían agruparse en corporaciones y gremios
para defender sus intereses mutuos ante los grandes propietarios y
terratenientes. A medida que la sociedad feudal iba transformándose
en una sociedad capitalista, la burguesía encarnaba el motor del
progreso industrial de los científicos y del cambio social.
CRUZADAS.
En general, se denomina como Cruzadas a la serie de campañas,
comúnmente militares, que a partir del siglo XI se emprendieron
desde el Occidente cristiano contra los musulmanes para la
recuperación de Tierra Santa. Estas campañas se extendieron hasta
el siglo XIII y se caracterizaban por la bendición que les concedió
la Iglesia, otorgando a los particulares indulgencias espirituales y
privilegios temporales a los combatientes. Con el tiempo el término
se aplicaría a cualquier guerra que se emprendiera al servicio de la
Iglesia, como, por ejemplo, la cruzada contra los albigenses.
GUERRA
DE LOS CIEN AÑOS. La llamada Guerra de los Cien Años fue una
prolongada serie de conflictos entre los reyes de Francia y los de
Inglaterra, que duraron, en realidad, 116 años (1337-1453). Esta
guerra fue de origen puramente sucesorio y feudal, pues su propósito
no era otro que definir quién sucedería a la rama principal de los
Capeto (extinta en 1328), los Valois o los Plantagenet, y quién
controlaría las enormes posesiones que los monarcas ingleses tenían
en territorios franceses desde 1154, debido al ascenso al trono
inglés de Enrique de Plantagenet, conde de Anjou y casado con Leonor
de Aquitania. Se saldó con una victoria francesa y la retirada
inglesa del continente con la excepción de Calais, que permanecerá
en manos inglesas hasta 1558.
GREMIOS.
El gremio era un tipo de asociación económica de origen europeo e
implantada, poco después, en las colonias, que agrupaba a los
artesanos de un mismo oficio, que apareció en las ciudades
medievales y se extendió hasta fines de la Edad Media, cuando fueron
abolidas. Tuvo como objetivo conseguir un equilibrio entre la demanda
de obras y el número de talleres activos, garantizando el trabajo a
sus asociados, su bienestar económico y los sistemas de aprendizaje.
INQUISICIÓN
MEDIEVAL. El término Inquisición (Inquisitio Haereticae Pravitatis
Sanctum Officium) hace referencia a varias instituciones dedicadas a
la supresión de la herejía en el seno de la Iglesia. La Inquisición
medieval fue fundada en 1184, en la zona de Languedoc, para combatir
la herejía de los cátaros o albigenses, y posteriormente se
implantaría en otras partes de Europa. A España llegaría en 1249,
implantándose en Aragón (primera Inquisición estatal) para años
después, con la unión de Aragón y Castilla, fuera extendida a ésta
con el nombre de Inquisición española (1478-1821), bajo control
directo de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de acción se
extendió después a América.
ESTADO
MODERNO. El Estado moderno surgió entre los siglos XIV y XV, cuando
los reyes aprovecharon la crisis del feudalismo para retomar su
poder. Este proceso estuvo respaldado por la burguesía, una nueva
clase social nacida con este tipo de Estado. El Estado moderno posee
identidad, está organizado, estructurado y es formal; es reconocido
políticamente por otros estados y el poder está centralizado.
Fragmento de
la Carta Magna de 1215.
[…],
que por la presente Carta hemos confirmado para Nos y nuestros
herederos a perpetuidad que la Iglesia inglesa sea libre, conserve
todos sus derechos y no vea menoscabadas sus libertades. Que así
queremos que sea observado resulta del hecho de que por nuestra libre
voluntad, antes de surgir la actual disputa entre Nos y Nuestros
barones, concedimos y confirmamos por carta la libertad de las
elecciones eclesiásticas--un derecho que se reputa como el de mayor
necesidad e importancia para la Iglesia--y la hicimos confirmar por
el Papa Inocencio III. Esta libertad es la que Nos mismo observaremos
y la que deseamos sea observada de buena fe por nuestros herederos y
demás, para siempre jamás.
Mapas: