miércoles, 15 de mayo de 2013

Ideas sobre el poder en la Edad Moderna


En época de Carlos V, la edad moderna no poseía los componentes que se le otorgan actualmente.
El poder estaba disperso entre corporaciones y asambleas representativas. La idea era consensuar los intereses del reino con los del rey, siempre buscando el bienestar común. Aunque el rey tiene la capacidad de convocar cortes y la de elegir los temas a debatir, debe de hacer realidad los deseos de sus súbditos. Las asambleas poseían una carga política representativa, pero la soberanía la poseía el rey, una soberanía desligada de cualquier poder positivo (es rey por obra de Dios).
El atributo de la soberanía es ejercer la justicia (una monarquía judicial), legitimada por Dios. Debe defender los derechos y fueros de cada uno de sus súbditos. De ahí emana su poder, de sus obligaciones. Aunque el poder no era total, pues, según el lugar, debía contar con las cortes, las cuales estaban formadas por cada poder. Por ejemplo, en Castilla las cortes tenían menos fuerza que en Aragón.
El rey a su vez es un “pater familias” que otorga gracias y mercedes, cómo oficios burócratas y administrativos. El que recibe le debe lealtad y se convierte en una fuerza fiel. Los vasallos, a pesar de depender del señorío, depende directamente del rey, lo que le causa una doble carga fiscal. Es importante estar cerca del rey o poseer un cargo público ya que el cargo es hereditario, con lo que se monopoliza el poder en manos de pocas familias.
La idea de soberanía se unía a la de religión. El poder se sacralizaba y la religión se secularizaba. Un ejemplo de complementariedad esta entre la Iglesia y el Papado. Se está viviendo la desintegración de la cristiandad a causa del surgimiento de nuevas iglesias que rompen con el poder eclesiástico. Aparecerá la idea de “un rey, una religión”. Entra en crisis el concepto de imperio y aparece el de la pluralidad religiosa. Las monarquías se impregnan de religión en busca de sus propios intereses. La guerra y la monarquía irán unidas por lo confesional. Estas guerras religiosas acabaran con la paz de Westfalia.
Los esfuerzos económicos -ya sea por impuestos-, los esfuerzos demográficos-con el reclutamiento de soldados-, la supresión de los fueros... vinieron causados por la política militar de los reyes y su tendencia centralizadora y absolutista. En el siglo XVIII este poder continuará, aunque dispersado en la burocracia administrativa. Este control del estado, paralelo al aumento de la riqueza, será justificado por el bienestar de los súbditos.
A principios del siglo XVI el gobierno lo formaban un conjunto de personas unidos al monarca por lazos de fidelidad y no de patria. Se afianzarán los príncipes y las cortes con autoridad laica, enfrentándose incluso al papado y sometiendo al clero al pago de impuestos. El rey tiene la potestad de asignar cargos públicos, creando una aristocracia administrativa que monopoliza ese poder. La jerarquía esta ahora relacionada con la cuota de poder que se posea, un poder que se hereda. Es una situación característica de los estados italianos, donde es “de hecho” y el súbdito debe aceptarla cómo algo natural.
En Europa va cambiando la idea de monarquía, rompiendo con lo tradicional. Se concentra el mando bajo una reglamentación. El ejercicio del poder es el ejercicio de la justicia. Esta nueva estructura del estado se basa en el rey cómo cabeza de la corte, siendo esta la administradora de justicia, aparato administrativo, ejército, diplomacia... . La nobleza verá perder casi todo su poder, e incluso tendrá que permitir que el rey arbitre entre ella y el campesinado. El rey para compensarlos les otorga títulos, creando un nuevo tipo de nobleza que se enfrentará a la nobleza que se encargaba del ejercicio de las armas, por esta nueva que se encarga del ejercicio de la administración. La sensación final es que el estado vela por sus intereses. Pero también velará por los intereses del campesino al castigar los malos usos de los señores.
Los hombres de la edad moderna estarán sometidos a un rey, a un señor y a un imperio, pero un imperio conocido cómo una federación de estados con igualdad de derechos. Esa idea de pluralidad estará enfrentada a la idea de estado centralizador.