viernes, 3 de agosto de 2012

La Esfinge de Haches


El estudio de la Esfinge de Haches plantea un doble reto y una doble satisfacción para el que da sus primeros pasos en la investigación histórica.La ausencia de restos Arqueológicos determinantes, o incluso vagos, que acompañan a la esfinge, determina en demasía la posibilidad de un análisis completo de un hallazgo, a saber, la cultura, sociedad o la economía. 

El análisis posible que permite y si nos ceñimos a la pieza como único elemento del yacimiento, acaba siendo tan solo técnico, formal y de su utilidad, no pudiendo ir más allá. El reto está en la investigación, poder y saber ver más allá del propio yacimiento “huérfano” de datos y realizar un amplio de lo que rodea al objeto para poder ubicarlo en su contexto y darles significado. Estudio de un mayor espectro geográfico, de sociedades vecinas y sus relaciones socio-políticas; relaciones comerciales con civilizaciones extranjeras y vecinas con los cambios que ello conlleva; las influencias culturales que estas les aportan y como afecta a su sociedad; vías de comunicación que la incluyan en un marco Geográfico importante en la evolución de estas sociedades; estudio de esculturas paralelas en el tiempo y cercanas en el espacio. 

Desde este análisis intento satisfacer la idiosincrasia en la creación de la esfinge de Haches, analizando sus relaciones con la sociedad del momento, para intentar contribuir con los mayores datos posibles a su hallazgo. En los siguientes capítulos andaremos paso a paso dicho análisis, desde un estudio estilístico, el cual se erige como determinante para enmarcarla en su época, hasta su significado a lo largo del tiempo, en el transcurso del cual, esta figura femenina, ha asustado la imaginaria del hombre. Si las influencias son importantes en su creación, analizaremos de que tipo fueron y como pudieron llegar hasta el lugar donde se encuentra. Nuestro fin será acercarnos al artista que la creó, a sus circunstancias sociales para crearla y su justificación cultural. No hay mejor forma de entender la escultura que entendiendo a su artista.

1.Análisis.
1.1 Ubicación del Yacimiento.
La esfinge fue encontrada en el pago de Haches, cercano a la localidad de Bogarra y al río Mundo, a los pies de una torre de época medieval, la cual vigilaba la zona desde un cerrillo; está rodeado de valles formados por materiales triásicos blandos (margas y arcillas) que subyacen bajo las duras capas de calizas jurásicas. Estas, permeables, permiten la filtración de aguas y la formación de manantiales. Actualmente está rodeado de cultivos, pero en la época ibérica, siglo V a.c, seria una zona rodeada por una espesa arboleda de encinas y pinos.
Pero no es la elección del lugar lo más destacado del descubrimiento, aunque más adelante si le concederemos cierta importancia, sino las características del yacimiento: solo se han encontrado la esfinge, unos sillares, una cornisa que remataría algún tipo de construcción y un trozo de otra pata, similar a la analizada, por la cual se deduce que existían dos esfinges similares, pero ningún otro resto Arqueológico.
De esta manera hemos descubierto nuestra escultura, sin más restos que nos ayuden a realizar una datación estratigráfica o ubicarla de forma exacta en un contexto social y político.
Es un problema que nos lleva a tener que realizar una datación de tipo estilístico, basándonos en los rasgos de la escultura, temática, trasfondo social y un análisis más amplio de su zona de influencia.
En yacimientos de la misma zona de influencia, como Pozo Moro en Hellín y Los Villares en Chinchilla, el descubrimiento de esculturas junto a restos, en excavaciones cercanas de ajuares y construcciones, han permitido desentrañar el significado o simbolismo de dichas esculturas y asociarlas a su contexto.
Actualmente la encontraremos en el Museo de Albacete.

1.2.Análisis Estilístico.
Para un análisis más detallado podemos empezar por su “dependencia” física de algún tipo de monumento o jamba, pues por su parte trasera nos encontramos con parte el sillar en basto del que nació, hasta las patas delanteras que están exentas [Lámina 4.1].
Esculpida la piedra de arenisca blanca, en alto relieve con un tono rojizo debido a las tierras donde se encontró, reposa de forma axial su cuerpo sobre un plinto corrido de 63 cm de longitud. La esfinge gira su cabeza de forma triangular a la derecha, mostrándonos su sonrisa de boca cerrada y labios prominentes y recuperando la sonrisa típica arcaica del arte griego. Los pómulos marcados encuadran una nariz de perfil recto entre dos ojos almendrados, pupilas redondeadas y párpados también marcados. Sobre ellos, una diadema que se pierde en los laterales, marcando la división frente a un gorro liso que corona la cabeza. Dos tirabuzones toscamente ejecutados descuelgan hasta las alas, que con bordes rectos y convergentes, se componen de plumas creadas a base de toscas incisiones en paralelo [Lámina 4.2]. Las patas, otro rasgo importante para identificarla, se ejecutan dobladas y acabadas en cuatro dedos marcados. Desconocemos la forma de la cola o si existió ya que no existe constancia física.
En si la figura, con unos 70  cm de altura y 24 cm de grosor, denota rigidez y frontalidad, características de un rasgo autóctono en su creación, pero que deja entrever su influencia griega, ya sea en los temas zoomorfos o el significado religioso (apotropaico) de la escultura (Sánchez Jiménez, 1947).

1.3.Análisis Temático.
La temática de la esfinge nos llega a la península Ibérica imitando estereotipos griegos, los cuales han ido evolucionando desde su aparición en Egipto.
En sus comienzos, de carácter masculino, simbolizaba el poder y la protección en la figura del Faraón. En la XVIII dinastía de Hatshepsut surge la esfinge femenina acompañada en sus representaciones del árbol de la vida. Serán lo Sirios los que les añadan las alas y ese aura de ser mágico. Son ellos, y tras la invasión de los Hycksos, los introductores en Grecia de una esfinge sentada y detallista en las alas. Es un tipo que tendrá más aceptación que el egipcio, con una postura sedente y discos solares en los tocados (Chapa, 1985). Dándole un giro a ese carácter apotropaico, los Áticos, alimentaran la mitología popular griega con esfinges de carácter monstruoso, demoníaco, narrado por Sófocles en el mito de Edipo (Revilla, 1999).
 La esfinge se enfrenta a Edipo con una serie de acertijos, que tras ser desentramados, muere a manos del nuevo rey de Tebas, esposo de su madre y asesino de su padre.
Y nuestra Esfinge, ¿es un monstruo?. Cabe destacar que los Íberos, aunque adoptaron la nueva temática en su panteón, la plasmaron según sus recursos e ideología.
En la de Haches podemos observar uno de los recursos más llamativos del arcaísmo griego: su sonrisa. Al acercarnos a la escultura podemos sentir respeto, pero no temor, pues es ella la que nos invita a que nos acerquemos. Este uso de esculturas protectoras las podemos encontrar también en varios yacimientos de la provincia de Albacete y durante los periodos que van del siglo VI al V a.c.: Pozo Moro y Balazote en Albacete o Elche en Alicante [Lamina 4.3]. Podemos observar una tendencia religiosa–protectora en los tipos escultóricos de la zona (obsérvese la semejanza en la disposición de las patas entre la de Haches y los leones de Pozo Moro), mezclados con las influencias orientales de los Fenicios en algunos casos y transmitidos desde los medios y conocimientos que poseen.
El “olimpo” ibérico aceptan estos seres extranjeros para plasmar o expresar sus anhelos sobre el más allá. Por supuesto, la adopción de estos elementos foráneos nos demuestran el alto nivel de abstracción religiosa en la población ibérica, capaces de asimilarlos y plasmarlos desde su óptica indígena (Chapa, 1985). El artista no crea, tampoco está capacitado para ello,  copia toscamente modelos griegos para crear un elemento de protección. Ahora, la pregunta es, ¿qué protege?.

2.Justificación.
2.1.De la Esfinge al Monumento.
La ausencia de restos en el yacimiento limita la interpretación sobre la función exacta de nuestra escultura.
Como he descrito, la esfinge resalta de un sillar tallado. La posibilidad de estar adosada a una jamba de puerta no parece lejana, pues en la actualidad permanece sobre el yacimiento una torre de la edad media, sumando más teorías a la reutilización de los lugares con cierta atracción sagrada.
Pero desde el siglo VI a.c. y durante el siglo V a.c., las construcciones, funerarias en su mayoría, respondían a tipos específicos (Alcala-zamora, 2004): Túmulos, torres y pilares estela. La existencia de un túmulo, con acceso por una puerta, hubiera dejado una serie importante de restos en la zona, como en los Villares o la necrópolis de Pozo Moro. En los pilares estela, las imágenes, de bulto redondo y no adosadas a sillares, se ubican en lo alto, por lo que se auto descarta. Pero si encontramos una pieza que se repite en las construcciones turriformes o sepulturas torre: una cornisa.
La utilización de una esfinge de carácter protector en una torre funeraria  no es sino repetir una tendencia de la cultura ibérica del suroeste español. En Bogarra, el Llano de la Consolación, Salobral y Elche, son ejemplos de sepulturas torre donde se encuentran esfinges de influencia griega, como podemos ver en la [lámina 4.3] (Chapa, 1985).
De entre esta variada tipología de estructuras, podríamos hacer una recreación fijándonos en la Torre de Pozo Moro, el monumento mejor conservado de este tipo, y además teniendo en cuenta que la esfinge intenta imitar la disposición y técnica de los leones.
Arrancaría con una o dos hiladas de sillares escalonados, que conduciría a un cuerpo cuadrado y elevado en altura de sillares colocados a soga o tizón y agarrados en algunos lados con grapas de plomo. El cuerpo se rellenaría con adobe y los restos salientes del desbastado. En su base se incrustarían las dos esfinges una en contra a la otra, protegiendo ambos lados. La construcción se remataría con una cornisa bajo una pirámide y la orientación del monumento sería suroeste – noroeste [Lámina 4.4].
El monumento llamaría la atención por su ubicación en una zona elevada, lo que implica un esfuerzo físico difícil de llevar para una sola persona. Para Alcalá-Zamora, y gracias a estudios en escuelas taller de fabricación en piedra, el Monumento de Pozo Moro pudo llegar a costar 120 días y de 3 a 8 personas empleadas en el proceso. Uno de menor tamaño podría reducirse a 10 días y de 2 a 3 personas en su ejecución, la cual comprende el corte y labrado de los sillares, la moldura, los frisos y las esculturas, terminando la obra con el montaje. 



2.2.De la Esfinge a la sociedad.
La esfinge en si, aparte del monumento hipotético, implica su creación en zonas de extracción cercanas, por el tamaño y peso del sillar, que dificultaría su transporte desde una cantera o taller. Los Materiales utilizados son autóctonos, y la herramientas básicas como formones, gubias y escoplos (Mendala Galán, 2000), ya que la piedra caliza es fácil de manejar.
Si apreciamos los hechos que existen de trasfondo, asistimos a una destacada organización del trabajo, donde hay alguien que lo crea y alguien el cual desea crearlo (Alonso del Real). En definitiva, una sociedad jerarquizada, en la cual, ostenta el poder los jefes o héroes locales, basado en un control de la producción y de las vías de comercio.
En si, son sociedades que han elevado sus poblados para una mejor defensa frente al resto de los señores. El comercio y el contacto con nuevas culturas dará la oportunidad de introducir nuevos visitantes en sus comunidades. Estos no solo influirán en las técnicas artísticas, su impronta se verá reflejada en la introducción de nuevas formas de subsistencia, instaurando la caza mayor (cérvidos) y modificando la ganadería (bóvidos). El influjo griego será cada vez mayor, frente al Fenicio y el Tartésico.
Pero la base de sus contactos fueron el intercambio de materias primas por objetos extraños para los indígenas y llamativos, hasta incluso preciosos. El hierro de Jaén o Baza, el oro, el estaño de Murcia, el cobre y plata de Badajoz y Almería, esta última apreciada por los griegos; todo ello por vasijas, figuritas votivas o cristales.
Asistimos a una comercialización fluida (existen comunidades, cómo la Quéjola, que se especializaron) de productos entre diferentes culturas, e incluso se impuso cierta competencia entre la mismas por hacerse con los productos mineros. Después, y tras la batalla de Alatia (537 a.c.) estas relaciones entre Griegos y Fenicios empeorarían.
Este trasiego de mercancías fue posible gracias al repetido uso de las vías de comunicación terrestre, y en especial la vía Heraclea.
Esta vías con nombre de semidiós recorre todo el llano albaceteño, empezando en Castulo hasta Caudete y el levante, sin olvidar las ramificaciones que deja por su camino y que se adentraban a pequeñas comunidades o necrópolis como son la Vereda de los Serranos, una vía ganadera que se extiende de suroeste a noroeste, La Cañada Real de Andalucía, la cual llega hasta Valencia y que bifurcará en la Vereda Real de Los Murcianos, y la Vereda Real de Cuenca, que llega a Cartagena pasando por Pinilla.  Por esta gran ruta de la meseta inferior de la península encontramos un hilo conductor en el comercio de cerámica focense de barniz gris, atestiguado por el gran número de yacimientos (Rodriguez Macarena, 1988). Es por este Camino de Anibal, o cercano a el, por donde encontraremos restos de un gran número de comunidades Ibéricas, partiendo de Castulo, y en dirección norte, pasando por Aldea Hermosa, Venta de los santos, Albaladejo, Viveros, El Ballestero y Lezuza. Luego, en dirección este, bajando por Tiriez, Pétrola, Montealegre del Castillo y Caudete. La ruta desembarca en Santa Pola desde la zona del Vinalopo.
Resalta que por el tramo más oriental de esta ruta la escultura monumental es más prolífica, y que, salvo Pozo Moro que es anterior, la orquilla temporal va desde el Siglo V al IV a.c.
Observando el mapa trazado (Lámina 1), podríamos destacar la cercanía de un yacimiento a Bogarra y que se encuentra en el camino de la Cañada Real de Andalucía, un ramal de la de Los Serranos. Este es La Quéjola, en San Pedro, de fechas anteriores (VI a.c.) a nuestra datación, pero con un trasfondo religioso importante en el culto de la Diosa Astarte y los ritos de libación, relacionados a la fecundidad y el amor. Rodeada por una muralla con una torre y formado por 16 departamentos, destaca el hallazgo de una figurita femenina de factura indígena. Su cercanía y su tardía desaparición, tras las guerras Púnicas, invitan a pensar en su influencia para la creación de nuestra esfinge. Pero el hecho de no encontrar ningún tipo de esculturas de mayor tamaño o de ascensión griega, la descartan.
Son esas influencias culturales las que ubican a nuestra esfinge en el mapa de la escultura ibérica. El escultor bebería de las técnicas e influencias griegas de toda la animalística aparecida por esta ruta, tanto en esculturas como en artes decorativas, de maestros provinentes del sur de Italia o Marsella.
Nuestro artista estaría entroncado en esa sociedad jerarquizada, de posición cercana a esos jefes locales pertenecientes a la aristocracia antigua. Por ser un personaje especial en la comunidad, aunque no poderoso, era visto como parte de acuerdos comerciales entre estas comunidades.
Un discípulo del arte griego que recrea un ser oriental en un monumento de origen Fenicio, tal vez procedente de las colonias Fenicias del norte de África, para una religión autóctona. El crisol de culturas debió ser increíble.
La esfinge, protectora del difunto, además porta su alma en su viaje diario desde el amanecer hasta el anochecer. Su incursión en monumentos turriformes aumenta ese significado de la elevación del alma.
Pero la ausencia de restos o ajuar en el yacimiento también hace pensar en un monumento conmemorativo sobre algún jefe local en el que las esfinges protegerían su integridad. Esta opción va más ligada a rituales de libación, con la protección de la Diosa Astarte.



3.Conclusión.
El estudio de la esfinge de Haches y su valor como fuente en si se disipa según se va profundizando en el, debido a los escasos recursos Arqueológicos de los que posee.
Su análisis hay que enmarcarlo en un radio geográfico y social mayor al que fue encontrada y no desatender el resto de las fuentes, tanto las clásicas escritas como las Geográficas o etnográficas de la zona, para poder vislumbrar un sentido o utilidad de su creación.
Lo que al final nos recrea, una escultura, que obedece a una corriente religiosa y técnica, que por la decadencia del comercio en la península a finales del Siglo V a.c., se vuelve más tosca y repetitiva, debido a la paulatina caída de los contactos entre culturas.

 5.Bibliografía
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